Ayer os
contaba que mi amiga Cris quería una comunión
que emocionara a Claudia, y vaya si lo conseguimos.
Os voy a
enseñar algunos detalles que
entusiasmaron a todos.
En el salón,
se colocaron dos biombos para separar ambientes entre las celebraciones que
tenían lugar, así que ese era el sitio idóneo para colocar sendos carteles de bienvenida.
El
recibimiento lo daba la propia Claudia, con un toque de color rosa, su favorito.
Esa misma
imagen se repetiría en las minutas, en los recordatorios y en algunos rincones
de la mesa auxiliar.
Aprovechando
la espalda de los biombos, la que iban a ver los invitados desde sus asientos, coloqué
fotografías de todos los asistentes,
pero no actuales, ¡no!... eran fotografías de sus Primeras Comuniones.
De esa manera cada uno de ellos compartía el momento, recordaba aquel día, se ponía en la piel de la niña y tenía algo que contar a los demás. ¡Cuántas historias!
De esa manera cada uno de ellos compartía el momento, recordaba aquel día, se ponía en la piel de la niña y tenía algo que contar a los demás. ¡Cuántas historias!
Fotografías: Luis Mena
Sé que lo pasaron genial viendo sus caritas a tan tierna edad, y los niños no se lo podían ni creer.
Sé que lo pasaron genial viendo sus caritas a tan tierna edad, y los niños no se lo podían ni creer.
Esa misma
idea la tuve dos años antes, en la merienda que hicimos para la comunión de mi
hija, y fue todo un éxito, así que, por qué no repetir algo que todos alabaron tanto, pero eso ya os lo contaré otro día.
Por cierto, al final, cada uno se llevó a casa un recuerdo de "su Primera Comunión" y otro recuerdo de la comunión de Claudia.
Por cierto, al final, cada uno se llevó a casa un recuerdo de "su Primera Comunión" y otro recuerdo de la comunión de Claudia.
Seguro que
hay muchísimas formas de llegar al corazón de los invitados en una celebración
familiar, pero ¿no te parece que ésta es una gran idea?, ¿te atreves a hacer
algo parecido?
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